martes, junio 13, 2006

El Canario

La espera se alargaba y se volvía desesperanzadora a medida que los minutos pasaban en la puerta de un sucucho nocturno, uno de aquellos donde "Valparaíso" se siente en el aire. Tiempo, muchísimo tiempo que mi alma no transitaba por aquellos páramos "lanas" donde Silvio, algunos acordes de jazz (creo) o cierta canción perdida de la zona son el ingrediente perfecto. La bohemia gay me ha tenido sumergido por mucho tiempo en olores "dulzones", (sin)-sabores, ritmos electrónicos, un pop decadente y luces parafernálicas que atestaban la disco cada noche.

Miro los ojos de mi amiga y creo q los cinco minutos más (como máximo) de espera (que podremos aguantar), se deben reflejar en nuestras miradas.


El vino "navegado" está de maravilla. Los vasos y el jarrón de lo más simple del mundo, frente a nosotros, ninguna bombilla de color "luly" escandila la vista, ningún flash enceguecedor, ninguna canción de Miranda! enervándome los nervios, sólo existe un par de metros cuadrados, unas mesas de madera,unas paredes empapeladas , una canción que de seguro no ha pasado por diez mil máquinas que le áfine algún acorde o "maquille" la melodía y el agradecimiento al barman que nos ofreció tan amablemente la esquina de la mesa donde estamos sentados.
La conversación se vuelve interesante, bueno..temas de siempre la verdad; el cáncer, el (des)amor, sexo, el futuro y Foucault.

Sin embargo esa noche no fue la misma cuando mis ojos se clavaron en alguien que fumaba, tomaba y reía igual que nosotros. Lo más novedoso es ,primero que todo, que no era hombre. Eso fue "el todo" quizás.
La sencillez del lugar hacia juego con su ropa y su cara poco pintada, nada que ver con ciertos maniquies andróginos que veo pasar a menudo por la disco, disfrazados de niñitos. Ella se me presentaba diáfana, simpleza seductora.

Sin saber nada de ella, hipnotizó mi mirada, profundizó mis respiros, distrajo mis pensamientos,en fin;le puso otra camisa de fuerza más a mi líbido malvada.

Nada importaba mucho la verdad, ni los hombres que han tocado mis labios, ni mis expereiencias sexuales.."pauperrimas", ni el tipo de la guitarra que me "pecha"vino para seguir cantando, ni el pene ni la vagina.
Sólo el cruze de nuestras miradas, ese coqueteo poco atrevido hijo de mi timidez, pero que me deja tranquilo....(caótico quizás).....


A la salida, de vuelta por los cerros de Valparaíso aún sentía esa sensación heterosexual dormida hace años, sus movimientos, su risa, mi deseo, mis pensamientos, mi rencor a mi líbido que me juega otra mala pasada, el vino que se torna en embriaguez, y el querer besar otros labios, acariciar otras manos,explorar ese sexo... encontrar esa diferencia, que a pesar de todo, no deja de significar que ciertos hombres me vuelvan loco.