lunes, julio 16, 2007

Crónica

Pienso que puedo escribirle a la vida en estas circunstancias, en que la desdicha es prosa efervescente y la soledad verso distinguido.

Buscaré jadeante en los sonidos, inventaré el lenguaje prodigioso que no me convierta en la criatura malagradecida, en el sinvergüenza que osa lanzarse al abismo sin el estómago vacío, con su mirada posada en los llantos infelices, el sentimiento desgarrador del amor esperando en la ventana.

Me vestiré con la lógica, despojándome de los andrajos desbocados.

Mi muerte será el principio, la ley causal, la explicación pura, elegante.

Disponiendo sólo de mi conciencia, el intelecto y mi corazón me dispongo a sacar cuentas hábiles.

Sabré en cuantos trozos se destruye la felicidad, cuánto sobrevive un corazón hinchado, y vomitaré la vida, cuando me sacie de ella.